El fastidio de comer
Esta entrada es una queja
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Una condición inherente a la humanidad, que pocos reconocen, es la obsesión por la muerte. Señales de este fenómeno se observan por todas partes: estatuas son erigidas para honrar a un grupo selecto de muertos; calles, aeropuertos y fechas en el calendario llevan por nombre referencias a personas fallecidas; los gobiernos se empeñan en dedicar los actos públicos a los mártires que nos dieron patria hace doscientos años mientras reprimen a quienes hoy exigen una mejor; las universidades, no contentas con basar su corpus en teorías y resultados de individuos muertos hace siglos, encima imparten cátedra en lenguas muertas....
Es un extraño placer ese de saberse comprendido. No escuchado, no tomado en cuenta, no aceptado; no, nada de eso: comprendido. Cuando se forma ese instante de mutuo reconocimiento, de saberse uno en el otro, instante en el que toda palabra es superflua y solamente en la mirada cargada de significado se anuncia el entendimiento. Es placentero no porque el punto sobre el cual se ha coincidido sea gustoso en sí mismo, sino porque se ha logrado un contacto entrañable con el otro, más íntimo y menos frecuente incluso que el contacto carnal —que es, a su manera, otra definición de entrañable....
Olores. Es fácil reconocer la presencia ajena por los olores. La estela alquitranada de un cigarro al amanecer. El nuevo suavizante de telas. La indescriptible sensación a limpieza ajena cuando llegamos a un hogar que no es el nuestro. El acre olor de los baños públicos. El retorno a casa huele a cañería. La comida, a cebolla; la higiene, a dentífrico. La fiesta huele a sudor, alcohol y vómito. El olor a grasa callejera sobre el ofensivo dulzor de un perfume denuncia la apresurada ingesta de unos tacos de pastor a la salida de la oficina....
Decía Juan Rulfo que «no existen más que tres temas básicos: el amor, la vida y la muerte». Comparto la idea, con una ligera modificación: son el amor, la muerte y el miedo los temas literarios universales. De esta arbitraria división tripartita me quedo con la muerte. Es el tema que más me llama la atención: en mis textos y cavilaciones gravito hacia las cuestiones fúnebres, y estoy seguro de que algo de la imposibilidad de conocer la muerte propia tiene algo que ver con esa fascinación que ejerce en mí....
A veces no puedo dormir. Sucede sin ningún aviso. Sigo el ritual: me pongo la pijama, apago la luz, me meto entre las cobijas. Espero boca arriba la llegada del sueño. Comienzo a sentir una especie de desesperanza. El amanecer me parece lejano y fútil. Pensamientos macabros llegan a mi mente: me sé mortal; el linde de mi vida, de ordinario únicamente una certeza teórica, se presenta ahora como una inevitabilidad palpable; el mundo se disuelve en sombras grises e informes....
La espera ¿Qué tienen en común la fila de las tortillas, la antesala del dentista y el mensaje de nuestro amigo impuntual: «llego en cinco minutos»? Que estas situaciones implican una espera. Las esperas suponen la existencia de un sujeto —el que espera— y un objeto —lo esperado—. Ya sean las tortillas, el turno para ser atendido por el dentista o el amigo que siempre llega tarde, a todos nos toca en algún momento esperar a que ocurra algo....
Distingo dos literaturas de Henning Mankell: la novela negra y la literatura de denuncia —a falta de un término más apropiado. Ahora me asalta una pregunta: ¿es la novela negra una manifestación de la literatura de denuncia? No lo sé. Lo que sí es claro es que, aunque sean ambas denunciantes, no son la misma cosa; no en el caso de Mankell, por lo menos. El secreto del fuego es un ejemplo de la literatura de denuncia de Henning Mankell....
Moriré, pero mi memoria sobrevivirá es, sin duda, el libro más crítico de una sociedad indolente que he leído de Henning Mankell. El escritor sueco era un feroz denunciante de lo que él llamaba “males innecesarios”. Sostenía que la gran mayoría de los problemas a los que se enfrenta la humanidad: pobreza, analfabetismo, hambre, etcétera; son innecesarios, evitables, que la única razón por la que no han sido erradicados es simple y llanamente porque no hemos querido....
La muerte es una idea que hice propia desde que tengo uso de razón. Me aterra. Como ateo que soy, creo en que esto es todo. No hay un más allá. Cuando uno se muere, es como si uno nunca hubiera existido. Es un pensamiento horrible. No temo a la muerte en sí misma, como suceso. Temo al vacío. A esa pérdida definitiva de la consciencia que supone la muerte, de la que diariamente degustamos un poco mientras dormimos....
Sangre espesa escurría y se perdía en el drenaje. Un hombre anciano, tocado con un amplio sombrero, se inclinaba sobre la coladera abierta, sujetando firmemente una criatura que se retorcía tratando de escapar. Plumas marrones desperdigadas por doquier. Unos ojos sin vida observaban desde una cabeza cercenada la sangre que goteaba incesantemente del guajolote decapitado. Era navidad. O año nuevo. Cualquiera de esas dos fechas. Un llamativo aroma a chile y chocolate inundaba la casa y escapaba de las ventanas abiertas....
Este es un libro de gargantas resecas, moretones, sol ardiente sobre nuestras cabezas. De olores nauseabundos, de hambre, de sangre tibia cayendo sobre nuestros ojos y contribuyendo con su sabor oxidado a la sustancia pastosa que impregna nuestra boca y nos impide respirar. En una palabra: sofocante. Las torretas de las patrullas nos seguirán de cerca mientras acompañamos en sus andanzas a Ramiro, nuestro héroe, quien tendrá que enfrentarse a sus demonios a lo largo de la historia, muchas veces de carne y hueso, pero las más de ellas psicológicos....
El estruendo rompió la calma nocturna en la avenida principal. En pocos segundos el enorme trailer recorrió el centenar de metros que lo separaban de la intersección, donde había una fila de autos esperando el cambio de semáforo. Los conductores no tuvieron tiempo de reaccionar frente a la inminente embestida. El resultado fue desolador. Peatones corriendo en círculos, personas malheridas intentando escapar del amasijo de fierros en que se habían convertido sus autos, o prensadas entre dos automóviles, añadían a la confusión mecánica gritos orgánicos de terror....
El autor sueco una vez más me sorprende con su habilidad para conmover por medio de sus novelas. Alejado de su conocida faceta de escritor policiaco, el Mankell que nos obsequia con Zapatos italianos es un Mankell que ha sabido aprehender la esencia del ser humano y con ella ha creado unos personajes exquisitamente reales. Un hombre entrado en años vive solo en su pequeña isla, en Suecia. La única compañía que tiene es la de su perro y su gato, ambos bastante viejos también y la visita ocasional del cartero Jansson....