Cuando a inicios de año anuncié que me iba a Colombia por segunda vez varios de mis conocidos me preguntaron por qué. ¿Por qué, si acabas de ir? ¿Un mes? ¿Por qué tanto tiempo? Y, sin que lo supieran, la pregunta más importante: ¿por qué solo?
Descartemos de inmediato la respuesta trivial: porque me gustó mucho Colombia. Al plantear la que he calificado como la pregunta más importante, mis conocidos fallan en notar que ahí precisamente radica la diferencia entre uno y otro viaje. En mi primer viaje a Colombia el año pasado fui con amigos y el plan era conocer la mayor cantidad de sitios posible en el menor tiempo posible. El segundo viaje fue de un ritmo e intenciones muy distintas. En realidad, no sé si tenía un objetivo definido más allá de la necesidad que sentía de pasar un tiempo a solas.
Necesitaba lo que describe Paul Graham como un proyecto propio 1.
Un proyecto propio es algo que uno emprende por el puro gozo de hacerlo. Ese tipo de proyectos provocan altas dosis de motivación y, sin importar lo demandantes que puedan ser, de satisfacción personal. Para ejemplos de esos proyectos puede uno voltear a ver a los niños y notar el empeño que imprimen en cualquier tarea que sea de su interés. Paul Graham menciona que ese ímpetu tiene a diluirse con la edad y la educación y que una forma de reencontrar el placer en una actividad es precisamente volverla un proyecto propio.
Ya tengo algunos de ese estilo: este blog, por ejemplo, o mis sitios de fotos, pero un viaje en solitario es de naturaleza muy distinta.
El viaje a Ítaca
Estuve en Colombia un mes, entre febrero y marzo. Pude visitar algunos sitios, como el Santuario de Las Lajas, en Ipiales, pero la mayor parte del tiempo la pasé en Bogotá. Una de mis principales actividades en esa ciudad fue —cómo no— caminar. Caminando recorrí el barrio de La Candelaria, la carrera séptima, el Parque Central Simón Bolívar, la plaza de mercado de Paloquemao y, como gran parte de esas caminatas fueron —cómo no— en solitario, las acompañé en algunas ocasiones con uno de mis podcasts predilectos: el podcast de Diana Uribe2.
En alguno de los episodios que escuché de camino a Villa de Leyva, Diana comenzó a hablar un poco sobre lo que significan los viajes y cómo se congratula cada que viaja por vez primera a alguno de los sitios en los que su corazón ya ha habitado antes. Durante la narración mencionó un poema de Constantivo Cavafis: Ítaca3, el cual es, como yo lo veo, una carta de amor a los viajes.
El poema plantea la situación de un viaje hacia la lejana isla de Ítaca. La analogía no es accidental: el poema alude al viaje en solitario de Odiseo y se empeña en resaltar que Ítaca es únicamente el pretexto para…
…que sea largo el camino, lleno de aventuras, lleno de conocimientos.
Escuchar ese poema en la voz de Diana, en medio de mi propio viaje en solitario, montado en un autobús camino a un sitio en el que no había estado nunca, y con la idea lejana del regreso al hogar, me puso en un estado de ánimo que hasta ese momento no conocía.
Es una emoción compuesta. Es el gozo del que se sabe en otras geografías, que encuentra bellezas insospechadas, es el disfrute de probar otras comidas, descubrir otras ideas, escuchar otros acentos y caminar otras calles. También es nostalgia del hogar y de los modos familiares, del sazón y las calles conocidas. Y, en un exceso de futuro, es también la anticipación de la añoranza, añoranza del sitio del que hemos de partir.
El poema de Ítaca caló hondo en mí. Lo leí y medité durante la ida a Villa de Leyva, durante el regreso a Bogotá y todavía me hallé pensándolo a la siguiente semana y al siguiente mes y ahora, que me encuentro escribiendo esto.
Un viaje en solitario es el proyecto personal de un viaje a Ítaca. No con la intención de llegar, sino con el viaje como propósito en sí mismo. Por eso son así, porque a Ítaca únicamente se puede llegar solo, aunque en el camino queden puertos, cíclopes, compañeros y ciudades.
Aprendizajes misceláneos
Algunas cosas que he aprendido en mis viajes en solitario:
- Siempre carga con un libro o un lector electrónico. Nunca sabes cuánto se va a demorar tu vuelo.
- Aprovecha cualquier oportunidad de bañarte o de lavarte los dientes.
- No subestimes la cantidad de ropa interior que necesitas empacar.
- Un viaje que se emprende en solitario no implica estar solo. Al contrario, son una oportunidad de conocer a más personas. Vale la pena atreverse a entablar conversación.
A Project of One’s Own, de Paul Graham. En el texto, Graham se concentra en la distinción entre pasatiempos y trabajo y cómo el segundo se beneficia de un estado mental similar al que uno adopta cuando ejercita los primeros. ↩︎
dianauribe.fm. El episodio del Museo del Oro de Bogotá me gustó especialmente porque lo escuché mientras recorría dicho museo. Se sentía como tener un guía al lado. ↩︎