Me gusta levantarme temprano. Sé que Jorge Ibargüengoitia tendría algo que decir al respecto, pero a mí no solamente me funciona estar activo desde las cinco o seis de la mañana, sino que de hecho lo disfruto.
Algo tiene el estar despierto antes de la salida del sol,
cuando a mayor parte de la ciudad aún ronca,
que me pone de muy buen humor.
Me gustan el silencio, el frío y la oscuridad,
elementos todos que el alba provee generosamente.
Me siento con más disposición a hacer otras cosas1,
en lugar de solamente existir y trabajar.
Escribir es una de ellas, leer es otra;
en general, todo aquello que «me define» encuentra un mejor momento durante las mañanas.
Puedo decirlo así: es más satisfactorio ocuparme de mis cosas personales
antes que ocuparme del trabajo.
Es posible, además, contemplar el amanecer.
No soy cazador de amaneceres, pero no puede negarse que son impresionantes:
Hace un par de años, cuando viví solo, me resultó sencillo adoptar el hábito de levantarme temprano. Después, lo perdí. No podría afirmar que se debe completamente al hecho de estar acompañado, pero creo que sí influye de alguna manera. El contexto ha cambiado: el trabajo que realizo y el lugar donde vivo, entre otras cosas que no me habría imaginado que intervienen en los horarios de sueño.
Ahora estoy buscando reconstruir ese hábito. Tras algo de reflexión y con algo de prueba y error, he concluido algo que realmente debería ser obvio:
Para levantarse temprano hay que dormirse temprano.
De nada me sirve poner tres o cuatro alarmas a las seis de la mañana si de todos modos me fui a dormir a las dos. No hay manera de que eso funcione. Y esa es la parte complicada: romper con la inercia de acostarse tarde. Un conocido me dijo una vez que él era incapaz de ir a dormir a deshora simplemente porque no sabía en qué ocupar el tiempo. Y creo que, puesto así, tiene razón. He cavilado sobre las actividades que podría realizar entre el final de la jornada laboral y la hora de dormir, y he razonado que no hay nada que no pudiera hacer por las mañanas. Y lo haría de mejor manera. Al menos con mejor ánimo, eso seguro.
Por ahora tengo pensada una estrategia para lograr dormir y levantarme temprano. Hay otros hábitos que quiero construir (o vicios de los que desprenderme), pero eso ya lo haré en su debido tiempo. Estoy pensando también en la mejor manera de registrar los avances en este blog. Algo como lo que hace Luke Harris, con sus actualizaciones mensuales, creo que puede funcionarme también. Ya veré. Por lo pronto, ir a dormir temprano ya es suficiente reto.
Sobre esto tengo aún ideas informes que me gustaría tratar con más detalle después. Me parece común definirnos (y ser definidos) por las cosas que hacemos para ganarnos la vida. A la pregunta «¿y tú qué haces?» respondemos con detalles aburridos sobre nuestro oficio o profesión; ¿por qué no responder con detalles de nuestros pasatiempos? Algunos dirán: «si amas lo que haces entonces no es trabajo», pero seamos realistas, no todas las personas están en una posición tan buena como para que esa afirmación sea verdadera. En fin, que me extiendo, ya veré si hablo de esto en otra ocasión. ↩︎