Esta mañana desperté antes que mi alarma. El motivo: tuve un sueño de esos que te hace comprender que estás soñando; una vez lo comprendes, es imposible no despertar. Me levanté, pues, y dispuse relatar dicho sueño (una fruslería, por lo demás) en mi diario; encendí la computadora (ya no acostumbro los diarios a mano), abrí el archivo (todas las entradas viven en un único markdown gigantesco) y comencé a teclear. Pronto me distraje: entradas anteriores llamaron mi antención. Leí algunas de ellas. Mejor dicho: releí. Leer por vez primera el diario de uno mismo es releerlo, por obvias razones.
Pienso en el diario como un espacio donde escribir sin tapujos. No lo pienso como un espacio de lectura. Quizás por ello la experiencia de releer lo que han escrito las diferentes versiones pasadas de mí mismo me lleva a un lugar entre el asombro, la nostalgia y el alivio. Es curioso comprender que al yo del pasado le molestaban ciertas cosas que al yo del presente le tienen sin cuidado, y viceversa. O ver que hay algunas situaciones que por más que pase el tiempo —años— siguen causando el mismo escozor. «Recuerdos de Vietnam» les llaman.
Otra sensación que se mezcla con la nostalgia es la incredulidad. «¿He escrito yo eso?» Y no lo creería si no lo estuviera viendo. También me causa estupor cuando la lectura de entradas de distintas épocas me ofrece un panorama sobre la evolución continua de mis estados depresivos. Curiosamente, entre líneas se esconde un amargo antídoto: la relectura del diario funciona como un recordatorio de que nada importa realmente y de que hemos de morir. Vaya consuelo.
El poder evocativo de releer un diario se me antoja más poderoso que el que tienen las fotos o los olores: no solamente hace recordar sensaciones y sentimientos, también añade una capa de racionalidad (en el sentido de que leemos nuestros pensamientos) y puede hacerlo con lujo de detalle. Las fotografías están constreñidas al encuadre; el límite del diario es aquel que decide su autor.
Eso me lleva a pensar en qué ocurre con la destrucción de un diario. Ya hablaré de eso en otro momento.