La lectura de Terry Pratchett, particularmente del Mundodisco, viene a ser una suerte de recordatorio de lo mucho que disfruto leer y del significado que tal acción tiene en mi vida. Cuando era un niño podía permanecer tumbado en cama o recostado en el sofá leyendo durante horas, hasta el punto en que mis brazos y piernas se adormecían por la inactividad física. Conforme he ido creciendo y volviéndome adulto he ido perdiendo esa capacidad, tanto por la más falsa de las excusas: “no tengo tiempo”, como por una serie de pequeñas adicciones modernas que nos hacen preferir echar un vistazo de tres horas en twitter en lugar de abrir un libro y leer un rato.
Esta búsqueda frenética de experiencias con recompensa instantánea en muchas ocasiones nos aleja de actividades que de alguna manera solían definirnos; además, es realmente complicado romper con ese patrón: aburrimiento -> búsqueda de la satisfacción instantánea -> goce efímero y sobreestimulación -> agotamiento mental -> aburrimiento. Personalmente me ha impedido disfrutar de la lectura como solía hacerlo: sin prisa, paladeando el camino para llegar al desenlace.
He comprobado que leer a Terry Pratchett es un gran antídoto en esas ocasiones en las que la necesidad de la inmediatez apaga el deseo de la lectura. Supongo que en parte tiene que ver con el humor que se encuentra en sus libros.
Pies de barro es una novela que tenía pendiente de leer (cada vez quedan menos libros del Mundodisco que no haya leído) y que me salvó de un momento de hastío. Hace unos días estaba aburrido, barajé una cantidad de opciones para combatir el aburrimiento (casi todas de recompensa instantánea y efecto efímero) y al final me decidí por la lectura de Pratchett. Fue una gran decisión: no solamente tuvo el efecto esperado de desaparecer el aburrimiento, sino que terminé la novela en un par de días y me dejó con la misma sensación que tenía al terminar un libro cuando era un lector mucho más joven y ávido: ganas de comenzar otro.
No quiero adentrarme tanto en reseñar la trama de Pies de barro, para eso está la entrada de Wikipedia, la contraportada del libro y los cientos de reseñas que se pueden encontrar en una rápida búsqueda de Google; quiero mencionar que, según mi percepción, con esta novela el tono y los temas del arco de la Guardia de Ankh-Morpork terminan de quedar establecidos. Al ser la tercera novela de la saga, Pies de Barro retoma el trabajo iniciado con ¡Guardias! ¡Guardias! y continuado en Hombres de armas para definir algunos detalles, con lo que deja preparado el terreno para las novelas más maduras de la Guardia que vendrían a continuación, como Ronda de Noche.
La trama en sí misma no me pareció algo increíble y tiene por ahí un par de elementos francamente absurdos, aunque las novelas del Mundodisco las disfruto más por otros elementos (e.g. la crítica mordaz revestida de humor ácido) que por la trama. En realidad, cada vez estoy más convencido de que en una historia lo que menos importa es la trama, a pesar de la insistencia de algunos en afirmar lo contrario.
Pies de barro reafirmó que Terry Pratchett es mi escritor favorito.